Noviembre, y humedad, y pedazos de sombra sembrados en los charcos.
Seres sin rostro y de cartón en el autobús de las 8 y cientos de pies de
Seres sin rostro y de cartón en el autobús de las 8 y cientos de pies de
plomo avanzan en círculos en un mundo horizontal. Miro en un “yo qué
sé” con los ojos muy abiertos para reconocer todas mis torpezas de
primeriza…las mismas que me condenan a la vigilia algunas madrugadas.
Mañanas frenéticas…en las que tiento a la suerte entre cafés,
sobredosis de tabaco y analgésicos. Y todo para el tanto tienes
tanto vales de siempre que por enésima vez esta semana me hace
volver a jurar en hebreo.
Ahora me doy cuenta que he dejado de respirar, y casi sin reservas,
Ahora me doy cuenta que he dejado de respirar, y casi sin reservas,
me busco en un espejo para encontrarme años luz más lejos del
sistema solar.
No soy ni un esbozo de mi cuerpo en jirones de papel, y así,
No soy ni un esbozo de mi cuerpo en jirones de papel, y así,
latiendo imparable, soñando en comprar un corazón a plazos…
me paro a escuchar un instante. Tan sólo un instante.
Y distingo el proceder autómata del segundero como una broma
pesada en mis tímpanos.
La tinta de imprenta augura lluvia, y a mal tiempo, poesía,
por ejemplo. Así que, me acomodo los cuellos de la camisa, enciendo el
último cigarro de la cajetilla, y dejo que los pies me lleven
a esta cinta transportadora de aeropuerto, que a veces es la vida.